Daily Devotionals
La obediencia no es insignificante
¿Ha tenido tiempos en su vida cuando parece que cada vez que va a la iglesia, cada vez que pasa tiempo en oración y cada vez que abre la Biblia, usted recibe conocimiento de Dios?
Yo sí. Espiritualmente, todo va muy bien. Me siento más alto que un frondoso pino. De repente, algo empieza a suceder. Comienzo a secarme en las cosas espirituales. Lo mismo da orar o leer la Palabra, ya que espiritualmente no puedo llegar a ninguna parte. Estoy tan seco que mi espíritu cruje.
Eso solía desconcertarme. No sabía cuál era la causa. No tenía ningún pecado en mi vida. De eso estaba seguro. Seguía orando, seguía meditando, seguía poniendo en práctica y confesando la Palabra. Pero en vez de obtener resultados, no lograba llegar a ninguna parte. Me paraba frente al espejo y confesaba por fe una y otra vez, y la única cosa que sucedía era que mi voz se agotaba.
Si eso le ha sucedido a usted, ¿puedo hacerle una sugerencia? Retroceda y piense en lo último que Dios le dijo que hiciera y usted no lo hizo; ¡y hágalo! Probablemente no es nada grande. Sólo una cosa al parecer insignificante. Pero, créame, esas pequeñas desobediencias secarán el flujo del Espíritu tanto como las más grandes.
La mayoría de nosotros no nos damos cuenta de eso. Nos arrodillamos y decimos: “Señor, yo quiero ir a China por ti. Iré al Africa. Iré a Rusia”. Pero cuando Dios dice: “Ve a la casa de tu vecino”, no le damos importancia. “Yo no puedo hacer eso “decimos-. No le caigo bien al vecino. Además, quiero ser como el hermano Schambach y montar una gran carpa evangelística”.
Si usted ha hecho algo así, arrepiéntase. Luego vuélvase al lugar donde se desvió y haga lo que Dios le ordenó. Y recuerde, de ahora en adelante, por más insignificantes que parezcan ser las instrucciones de Dios, obedecerlas no es algo pequeño. Esos hechos simples de obediencia son los que harán que su casa espiritual permanezca, o caiga. Todas las cosas pequeñas combinadas llegan a ser el rumbo que toma nuestra vida.
Scripture Study: Lucas 16:1-10
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